lunes, 5 de agosto de 2013

Mercado y naturaleza

7:15 de la mañana. Lunes 5 de agosto.

Tren de cercanías hacia mi puesto de trabajo, o mejor dicho a mi celda de confinamiento del esclavo del capital (cuando debería ser alegre punto de encuentro con los compañeros orgullosos de su trabajo).

No te distraigas de la idea.

Acompañado por los trabajadores del turno de agosto, o quizás los que no pueden permitirse vacaciones pues estamos vendidos (trabajamos cuando queremos, ¿qué pasa?)

¡Céntrate!

En la megafonía del vagón nos anuncian una actividad interesante. Megafonía que junto con las pantallas informan al usuario, o mejor dicho marcan el ritmo de comportamiento de la masa despersonalizada (deberían dejarnos leer lo que quisiéramos).

Otra vez desvariando.

Podemos conocer al Sierra de Madrid en el Tren de la Naturaleza.

Sí, somos afortunados. Los veraneantes del asfalto o trabajadores precarios del mes de agosto podemos disfrutar de la Sierra de Madrid. Pagan dos adultos al niño lo llevas gratis.

Eso sí solo los jueves y viernes.

El mensaje de megafonía era tal que mostraba con su tono que serías un estúpido si no tomas el tren para disfrutar de la naturaleza.

El servicio público como plataforma publicitaria de sí mismo. Sigue montando en tren, consume. Los pasajeros como dianas de los dardos del marketing, potenciales consumidores. ¡Déjenme en paz que iré al monte cuando me dé la gana!

No sé si debería sentirme agradecido de que en estas vías de información no me lleguen mensajes comerciales más incisivos, propios del consumo navideño. Parece ser que eso está ya ocurriendo en Metro de Madrid con la diarrea de autobombo de su propio canal de televisión.

El que no se consuela es porque no quiere.

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